sábado, 26 de noviembre de 2011

Los constructores de Lima, una historia de 4.000 años

Los antiguos limeños fueron maestros en el dominio del espacio, en su capacidad de resolver los desafíos y enigmas de la naturaleza, y en su conocimiento para levantar estructuras monumentales
Por: Javier Lizarzaburu
Domingo 27 de Noviembre del 2011
La ecoarquitectura y el ecourbanismo, en boga estos días, apuntan a una nueva manera de vivir y de construir, en relación con la naturaleza y el medio ambiente. Hace 2.000 años quienes habitaban estas tierras lograron descifrar esa clave y nos dejaron un legado arquitectónico inigualable.
Hoy, que se sabe más sobre la manera como construyeron en esa época, ¿podemos aprender algo que nos sirva?, ¿tiene alguna vigencia ese conocimiento que empezamos a rescatar del ayer?
La primera arquitectura importante que se levantó aquí, en lo que es el distrito de San Martín de Porres, se produjo unos 4.000 años atrás. Esos templos en forma de U dejaron su monumentalidad, pero en su momento fueron abandonados.
PODER Y CULTURA
Sin embargo, hace unos 2.000 años, con los limas primero (200 d.C. a 700 d.C.), y los ichmas después (1.100 a 1.450), los valles de Lima se vuelven a poblar de enormes construcciones. Desde entonces, esta ciudad que nos cobija no dejó de crecer, a pesar de las diferentes ocupaciones culturales que experimentó.
Uno de los primeros en trabajar el tema desde la perspectiva de la ingeniería y la arquitectura fue el arquitecto Santiago Agurto Calvo, quien en 1984 publica su libro seminal: “Lima prehispánica”. Para explicar la dimensión de la capacidad constructiva de esos pueblos, señala que se necesitó una sólida organización política, con férrea disciplina, porque “de otro modo no tendría explicación la construcción de los imponentes centros ceremoniales o de las extensas obras hidráulicas para cuya realización se requirieron fuertes contingentes de trabajadores durante largos períodos”.
PIRÁMIDES CON RAMPA
La forma representativa de esas construcciones son las pirámides truncas con rampa. Agurto explica que “los volúmenes de esos cuerpos son siempre largos y achatados, siendo la superposición de varios de ellos lo que origina la monumentalidad del conjunto”.
Una pregunta que uno se hace muchas veces es si dentro existían habitaciones o galerías subterráneas, como se dio en modelos de pirámides en otros países. Agurto asegura que esto no se produjo aquí. “Las pirámides están formadas por grandes masas constructivas sin ningún vacío en su interior”, escribe.
AZTECAS Y MAYAS
En el caso de las pirámides mexicanas, otro ejemplo contemporáneo en el continente, todas tenían escaleras. La otra diferencia es el material: allá se construyó con piedra, porque la naturaleza lo exigía y lo permitía. Acá con barro, bajo similares condiciones.
Una característica que señala el arquitecto Juan Gunther es que los templos mexicanos suelen ser muy simétricos. “En cambio, en Lima la simetría no era lo fundamental. Las huacas podían tener distintas formas, pero siempre usaban rampa”, indica Gunther, director del Programa de Urbanismo de la Universidad de San Martín de Porres.
USO DE MATERIALES
Un aspecto característico de la arquitectura prehispánica es lo que hoy llamaríamos sostenible: el uso de materiales propios del lugar y los que mejor permiten el control climático dentro de las zonas residenciales.
Los muros de adobe, por ejemplo, hechos con la misma tierra del lugar mezclada con agua son buenos porque, cuando hace frío, mantienen el calor. Y cuando hace calor, como son tan gruesos, la temperatura se demora en ir del exterior al interior, regulando la temperatura.
El arquitecto José García Calderón, profesor universitario y conocedor de la arquitectura limeña prehispánica, señala que después de los adobitos, que caracteriza a la cultura Lima, “evoluciona la técnica y se empieza a trabajar como encofrados, el tapial, que permite construir con menos esfuerzo más metros cuadrados”. Esto se ve con los ichmas. “Es una evolución tecnológica que permite ser más eficientes: menos gente más producción, haciendo encofrados con barro compactado”, precisa.
URBANISMO
Según García Calderón, algo que destaca a esos antiguos pobladores es “la claridad con la que ocupan el territorio”: de un lado, estaba la zona de irrigación; y del otro, el lugar donde se desarrollan la ciudad, barrios, sectores, zonas de producción, zonas de residencia, templos, como todavía se puede ver hoy en Cajamarquilla, una enorme ciudadela de unas 160 hectáreas de extensión en el distrito de Ate.
Esto indica claramente que en esa época se trataba de un trabajo multidisciplinario, incluido el de arquitectos. No en el sentido contemporáneo, pero sí eran personas que entendían que debían traducir en espacios concretos necesidades sociales. No era gente a la que se le ocurría construir primero una habitación y luego otra y luego otra. Había planificación y tenían urbanistas, que en función de esa estructura social y política diseñaban espacios, barrios, asentamientos.
FUTURO
“La arquitectura moderna nos ha desligado de la naturaleza completamente, nos ha cortado la comunicación”, afirma Mario Osorio, arquitecto de la Universidad Ricardo Palma. Para él, “la arquitectura moderna está en función del lucro, y por el lucro se cortan las calles, se levantan las casas o los edificios de la manera que dé más beneficio material sin contar con las orientaciones o lo que requiere una buena vivienda”.
Los expertos coinciden en que la modernidad detuvo este proceso, porque incluso durante el Virreinato se seguía construyendo con adobe y con quincha. Toda la arquitectura colonial que nos queda se levantó con técnicas prehispánicas porque las construcciones originales, en piedra y madera, se vinieron abajo con cada terremoto. En la época moderna se introducen el concreto y técnicas extranjeras, y los artesanos y sus técnicas milenarias y eficientes fueron dejados de lado.
“Los arquitectos no debemos ver estos temas como historia, como conocimientos del pasado”, dice García Calderón. “Creo que hay muchas cosas que se pueden aprender. La relación del hombre con el territorio es espectacular en la época prehispánica. Yo creo que tenemos que volver a aprender eso. Ese conocimiento prehispánico de planificación territorial todavía puede servir a Lima más de 2.000 años después”.

Fuente:
El Comercio, Perú.
27 de noviembre de 2011